jueves, 9 de enero de 2014

Contra el dolor

Ayer, mientras corría con algo de desgana por el Parque Lineal, recordaba una conversación intrascendente que mantuve hace ya un buen montón de años con una buena amiga durante la cual, después de rememorar la última 'hazaña' de nuestra vida crápula, concluíamos que éramos unos 'desgraciaos' y que siempre terminaríamos 'cagándola' a la más mínima oportunidad... Éramos así, más valía tenerlo en cuenta y disfrutarlo. Ahora las cosas han cambiado mucho, o quizá no... quizá todo esté en el aire y tire mi vida a la menor oportunidad. Prefiero pensar que no es así... en todo caso no pierdo mucho tiempo en eso... No importa cual sea 'mi naturaleza', de qué materia esté hecho... lo importante es lo que haga cada día... y pienso que, ahora, por fin, estoy actuando razonablemente bien. En aquella época las cosas no me iban nada bien, sentía un gran dolor, mis heridas eran todavía muy recientes, imaginaba todavía los puñales clavados en mi espalda y sangraba... Además seguía empeñado en ignorar todo el dolor y seguir enfrascado en las batallas perdidas, encima absolutamente desarmado. Bueno, las causas y los detalles de aquellas circunstancias no vienen ahora al caso, lo importante es que moralmente estaba bastante hundido y, contra el dolor, utilizaba todo tipo de remedios... una búsqueda compulsiva del placer poco efectiva. Pero también hacía algunas cosas buenas, alguna también por mi. Pensando en que si volvía a hacer las mismas cosas que solía hacer cuando era feliz volvería a serlo, retomé hábitos como la escritura y también volví  a correr con alguna frecuencia. Eso sí que funcionaba. Durante el recorrido estaba sólo y podía pensar con tranquilidad en todo lo que me preocupaba. Tenía una lucidez inaudita en mi, todo estaba claro. Incluso empecé a imaginar una novela que contaba mi historia con mucho humor, conseguir des-dramatizarlo todo, incluso hacerlo divertido... todo se volvía más liviano. La sensación de bienestar una vez en casa al salir de la ducha me reconfortaba como nunca nada lo había hecho. Por eso creo que pocas medicinas son tan efectivas contra el dolor (el del alma, claro) como correr... Y, por eso, algún tiempo después, cuando el dolor era solo un mal recuerdo, cuando mi vida volvió a ser lo que yo quería que fuese, cuando dejé de confundir lealtades y volví a encontrar el amor, cuando todo estaba bien, fue el momento de comenzar una vez más y no parar de correr. Ya son unos cinco años los que llevo corriendo habitualmente y sí, ayuda a sentirse bien y hacer otro montón de cosas mejor. Si alguien tiene alguna duda sobre la felicidad que aporta le recomiendo que se quede un buen rato observando las sonrisas y las lágrimas de felicidad de los que cruzan la meta de cualquier maratón... el dolor que han experimentado la mayoría de ellos durante la carrera y durante los meses de entrenamiento ha sido extremo, pero este es un dolor que te hace crecer y te hace estallar de felicidad al llegar a la meta. El otro dolor, el que yo experimentaba, solo te hace más mezquino. Así, correr, se convierte ahora para mi en una medicina preventiva contra ese dolor que conocí.
Tal vez no pueda ser mejor... pero sí que puedo hacer algunas cosas buenas.

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